José
Milicua Illarramendi fue un excelente profesor y compañero, pero sobre todo fue
una persona de un nivel intelectual altísimo que jamás se vanaglorió de ello y
que compartió con todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo sus
amplios conocimientos .Nos dejó el pasado día 21 y desde aquí queremos ofrecer
nuestro más sentido pésame a la familia, a su hermana Anita Milicua y a sus
sobrinos José Carlos , Carmen y
Pablo .
José
Milicua nació en Oñate en 1921 y se sentía muy vasco, un vasco trasladado a
Barcelona pero con un gran amor por su tierra. Se licenció y doctoró en la
Universidad de Barcelona y en Florencia fue discípulo de Roberto Longhi, en
cuya reputada revista Paragone colaboró.
Fue profesor de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona de
1968 a 1970 y allí su influencia fue tan grande que cambió la vida de algunos
de sus alumnos, entre los que me cuento, orientándonos profesionalmente hacia
la Historia del Arte. Allí estábamos Jaime Barrachina, Manuel Trallero, Ana
Díaz Plaja, Margarita Cuyás, Jaume Socías, Rosa Bayés , Xavier Franquesa y lo
que más nos impresionaba de él era que era capaz de analizar , interpretar y
apreciar tanto el arte de El
Greco, Ribera o Goya como el de Picasso o el de Antoni Tàpies, algo muy
poco frecuente en nuestro país. Era exigente pero simpático, y mostraba una
fina ironía .Ya entonces apreciaba la buena comida y en privado, ya nos hablaba de calorías y de
regímenes adelgazantes ,una preocupación que nunca le abandonó pero que llevaba
con suma deportividad. Se casó con Isabel Ibáñez.
Su
principal área de estudio era la pintura española e italiana del Seiscientos, y
sobre todo Ribera. Sobre la estancia de este pintor en Roma escribió ya en 1952. Mas tarde escribió
sobre El crucifijo de San Pablo, de
Zurbarán; atribuyó un San Lorenzo a Cavallino; redactó un magnífico texto sobre
Goya joven en Paragone, comentado una pintura destruida por la
Guerra Civil,La Virgen de Pilar, que
estaba en la parroquia de Fuentetodos. Asimismo escribió sobre un Paisaje de Luis Paret; sobre dos doce angelitos presentes en la Adoracion de los Pastores de Luis
Tristán y los de la Apoteosis de San Jerónimo
de Zurbarán o sobre el curioso cuadro La
Construccion de Goya,un tema que hoy llamaríamos de pintura social .Descubrió el San Jerónimo leyendo de Georges La Tour.
Milicua
poseía una prosa rigurosa, clara y esencial y una aguda percepción no solo formal sino también
psicológica, como cuando describió al duque de Osuna, pintado por Goya , como
“más bien obeso, colorado y bonachón, colocado en posición subalterna respecto
a su esposa” mientras que a su esposa, la duquesa de Benavente ,la describe
”menuda y asténica” (…) y que “se
inclina ligeramente en dirección contraria a su marido”. Escribió poco, pero
magistralmente, porque como nos decía, podía pasarse horas buscando un
adjetivo. Coleccionistas y expertos del mundo entero le pedían su opinión sobre
atribuciones, especialmente sobre Ribera .
José Milicua fue profesor, toda su vida,
en la primero Escuela de Bellas Artes de Barcelona y posteriormente Facultad de
Bellas Artes, de la que fue director entre 1975 y 1977. Allí contribuyó a la
modernización de su programa de estudios , proponiendo lo que llamábamos
“opciones” y formó a una legión de jóvenes artistas, historiadores del arte,
restauradores…. entre los que
sobresale Rosa Vives, experta en grabado y hoy brillante Académica, gran amiga de Milicua; a Fina Miralles, Any Miquel, Rosa
Agenjo, Eulalia Valldosera, Ignasi Aballí… Milicua hizo entrar a destacados artistas
como profesores :Joan Hernández Pijuan, Ferran García Sevilla, y Xavier Grau;
un poco antes o después se incorporaron Chancho y Susana
Solano .En definitiva, una plantilla de honor que no sé si se ha valorado en lo que se merece. Allá el
clima siempre fue de compañerismo, aunque José nos hacía un poco de padre y de
consejero aunque he de hacer constar que este suave paternalismo no estuvo
nunca reñido con un gran respeto, incluso admiración, hacia nuestro trabajo
profesional. Nunca manifestó machismo frente a la carrera de las mujeres
historiadoras del arte, ni frente a las artistas, lo cual también es un hecho
destacable. Por el contrario, ayudó y alentó muchos recorridos profesionales
con una generosidad ejemplar.
No
hay que olvidar que también fue Milicua quien fundó la Escuela de Bellas Artes
de Bilbao, adonde llevó a LLuis Badosa y a Joan Sureda.
Cuando
se jubiló, fue profesor emérito en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y
fue nombrado Académico honorario de la Real Academia de San Fernando, vocal del
Patronato del Institut Amatller d´Art Hispànic, miembro de honor de la
Associació Catalana de Crítics d´art y miembro de la Comisión Asesora del Museo
de Bellas Artes de Bilbao. Fue nombrado en l993 Vocal del Real Patronato del
Museo del Prado, una tarea que le entusiasmó y en donde volcó toda su erudición
y competencia . Entre sus exposiciones se cuentan El Greco y la reivindicación del modernismo catalán (1997) y
Caravaggio y la pintura realista europea (2005).
Con
su pérdida perdemos a un profesor y a un amigo, pero sobre todo a un gran amante de la vida,
completamente irrempazable. Me gustaría que con estas palabras de recuerdo y de homenaje reflexionáramos
sobre la importancia de nuestros profesores, una importancia fundamental en una
etapa de la vida en la que todo son posibilidades pero también dudas e
incertidumbres. Este rol de mentor y de padre espiritual lo cumplió José con
suma delicadeza y por ello le estamos agradecidos de todo corazón.
Victoria
Combalía Dexeus